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miércoles, 13 de octubre de 2010
FAUVISMO
Fue Louis Vauxcelles el que bautizó el nuevo movimiento como Fauvismo, escribió el artículo "Donatello entre las fieras" con motivo de lo visto en el Salón de Otoño de 1905. Ellos recibieron el epíteto con gran honor, ya que se sentían ante todo unas fieras del color. Son "animales" pero con instinto sosegado a la hora de pintar.
Para hablar de los orígenes, tenemos que recordar a Gauguin y a Van Gogh, ya que ellos, huyendo del Impresionismo apostaban por obras intensamente coloreadas. Es revelador el consejo de Gauguin al hablar de la importancia del color puro: "...¿Esta sombra es más bien azul?, píntela de azul marino, ¿Las hojas son rojas?, póngale bermellón..." . Son palabras que constituyen este nuevo modo de ver, o mejor, de entender la vida. Es por ello que el Fauvismo no se interese por la introducción de nuevos temas, se tratan los géneros de siempre: el retrato, el paisaje, interiores de vivienda, naturalezas muertas... . El Fauvismo no debe entenderse como movimiento hermético, sino como un estallar estético y sentimental. El Fauvismo es un estado de espíritu ligado a las circunstancias del momento. Se rechaza la existencia de un método riguroso, en pro de una libertad total ante la naturaleza. La primacía del color obliga a la forma a ser más expresiva que fiel a la realidad. El pintor fauve establece una patética comunión con la naturaleza, rechaza convencionalismos y descubre un lenguaje personal para alcanzar el máximo objetivo, la unión de arte y vida. El artista es un Demiurgo, o un nuevo dios que moldea su obra, la crea según un principio generador asimilable a la naturaleza. Esta liberación fauvista no tiene que ser entendida como desorden, rechazo de disciplinas o ignorancia, pues la libertad no se reclama hasta que se tiene plena conciencia de haber alcanzado los medios necesarios. Antes de lanzarse a la aventura de la innovación se aprende la técnica. Otra de las características del Fauvismo es el gusto por el arte africano-negro y la influencia que éste ejerció en las obras. Se sabe como Maurice Vlaminck admiraba profundamente las máscaras procedentes de la Costa de Marfil. Este gusto por "lo otro" se generaliza en un ambiente que cada vez camina más hacia la vanguardia. El arte de los pueblos primitivos no es imitativo, sino que plantea un evidente alejamiento de las formas naturalistas para tender a la esquematización. Posteriormente esta influencia sería seguida del Cubismo, basta recordar las "Señoritas de Avignon" de Picasso. No se debe olvidar la influencia de Cézanne.
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